La decisión de ser libre

Estoy en final de periodo y temporada. Como los buenos vinos, según se avanza, anda arreciando la densidad de la materia y la intensidad del sabor.


Estoy escuchando la sabiduría de una mujer. Ya no escucho de otro tipo.

Me alimento de jícama picada. Toda ella agua, igual que yo. Por los ojos se me escapa la sensibilidad. Me duele el gozo del saber y, así mismo, es algo que atesoro sobremanera: Dice ella que todo se trata de volver a elegir. Ser desobediencia. Vivir con la idea de saber que una será siempre diferente.

Que es parte de la decisión de ser libre. Lloro de a poquito mientras intento fijar mi atención. No lo consigo. Voy y me rebelo, escribiendo la escena que corrió en paralelo a la vida que no sabía que podía construir pero de la que me siento satisfecha. Por fin. Satisfecha conmigo. Pienso en irme a hacer un ovillo de nuevo a la cama. Tenderla después. O quizás no. Mejor abandonar hoy el formato. Igual que no sé qué tipo de letra acompaña esta publicación. Sólo se trató de volver aquí. De elegir no seguir lo autoimpuesto. Mi estómago, cual revelación, me indica: estamos hechxs, recién repletxs Sabe que algo rico vendrá más tarde. Ahora, sólo existe la calma de haberme ido en sangre Días pasados, que no conté.


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